
Introducción
La distimia, también conocida como trastorno depresivo persistente (TDP), es un trastorno del estado de ánimo caracterizado por una depresión crónica de baja intensidad, que persiste durante al menos dos años en adultos o un año en niños y adolescentes.
Aunque los síntomas de la distimia son menos severos que los de un episodio depresivo mayor, su duración prolongada puede afectar significativamente la calidad de vida, la funcionalidad diaria y las relaciones interpersonales del paciente.
Este trastorno puede coexistir con episodios de depresión mayor, lo que se conoce como trastorno depresivo mayor recurrente con distimia.
Epidemiología
La distimia afecta aproximadamente entre el 2% y el 6% de la población mundial, con una prevalencia mayor en mujeres que en hombres.
Este trastorno se inicia generalmente en la infancia, la adolescencia o la adultez temprana. La edad media de inicio es alrededor de los 20 años, aunque puede presentarse a cualquier edad. Es más frecuente en individuos con antecedentes familiares de trastornos depresivos o ansiedad.
Etiología
La distimia tiene una etiología multifactorial que involucra factores genéticos, bioquímicos, psicológicos y ambientales.
- Factores genéticos. Estudios en gemelos y familiares han mostrado una fuerte predisposición genética en el trastorno depresivo persistente, sugiriendo la influencia de polimorfismos genéticos relacionados con la neurotransmisión de serotonina, dopamina y norepinefrina.
- Factores bioquímicos. Alteraciones en la regulación de neurotransmisores, especialmente en los sistemas serotoninérgico, noradrenérgico y dopaminérgico, se han implicado en la fisiopatología de la distimia. La deficiencia en la actividad de estos neurotransmisores contribuye a los síntomas depresivos.
- Factores psicológicos. El modelo cognitivo de la depresión, propuesto por Aaron Beck, sugiere que los trastornos del estado de ánimo están relacionados con patrones disfuncionales de pensamiento y esquemas negativos. La distimia podría ser el resultado de la internalización de creencias negativas sobre el sí mismo, el mundo y el futuro.
- Factores ambientales. Experiencias adversas, como traumas tempranos, abuso, pérdidas significativas o estrés crónico, pueden precipitar el inicio del trastorno y aumentar su persistencia.

Diagnóstico
El diagnóstico de la distimia se realiza a través de la historia clínica y la evaluación de los síntomas, según los criterios establecidos en el DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, quinta edición).
Los criterios diagnósticos, incluyen:
Un estado de ánimo deprimido la mayor parte del día, más días que no, durante al menos dos años (un año en niños y adolescentes).
Durante este período, el paciente debe presentar al menos dos de los siguientes síntomas:
- Pérdida de interés o placer en las actividades.
- Insomnio o hipersomnia.
- Baja energía o fatiga.
- Baja autoestima.
- Dificultad para concentrarse o tomar decisiones.
- Sentimientos de desesperanza.
Los síntomas no deben haberse resuelto durante más de dos meses consecutivos durante el período de dos años.

Es importante distinguir la distimia de otros trastornos psiquiátricos, como la depresión mayor, trastorno bipolar o trastornos de ansiedad.
En algunos casos, puede coexistir con episodios depresivos mayores, lo que se conoce como distimia con episodios depresivos mayores superpuestos.
Fisiopatología
La fisiopatología de la distimia no se entiende completamente, pero se cree que implica disfunciones en la neurobiología cerebral, particularmente en los sistemas de neurotransmisores que regulan el estado de ánimo y las respuestas emocionales. Los siguientes mecanismos son clave:
- Disfunción en el sistema serotoninérgico. Se ha observado una disminución en la actividad de la serotonina en pacientes con distimia. La serotonina es crucial para regular el estado de ánimo, el sueño y el apetito, funciones que suelen verse alteradas en este trastorno.
- Alteración en el sistema dopaminérgico. La dopamina está involucrada en la motivación y la recompensa. Su deficiencia puede contribuir a la falta de motivación y el anhedonia (incapacidad para experimentar placer) en la distimia.
- Desequilibrio en el sistema noradrenérgico. La noradrenalina juega un papel fundamental en la regulación de la respuesta al estrés y la energía. Su alteración en distimia puede estar asociada con la fatiga y los trastornos de concentración.
- Alteraciones en la estructura cerebral. Investigaciones neuroimágenes han sugerido que en pacientes con distimia pueden observarse alteraciones en áreas cerebrales relacionadas con la regulación emocional, como la corteza prefrontal y la amígdala.
Tratamiento
El tratamiento de la distimia involucra un enfoque multimodal que combina psicoterapia y farmacoterapia. La intervención temprana es clave para mejorar el pronóstico y reducir el riesgo de que el trastorno evolucione hacia una depresión mayor.

1) Psicoterapia:
- Terapia cognitivo-conductual (TCC). Esta es una de las terapias más efectivas, ya que se enfoca en identificar y modificar patrones de pensamiento negativos y disfuncionales.
- Terapia interpersonal (TIP). Ayuda a mejorar las habilidades interpersonales y a abordar problemas relacionales que pueden contribuir a la distimia.
2) Farmacoterapia:
- Antidepresivos. Los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) como fluoxetina, sertralina y escitalopram son ampliamente utilizados para tratar la distimia. Otros antidepresivos, como los inhibidores de la recaptación de serotonina y norepinefrina (IRSN) y los antidepresivos tricíclicos, también pueden ser efectivos, aunque generalmente con más efectos secundarios.
- Psicoestimulación. En casos graves, donde los síntomas son resistentes a los tratamientos convencionales, se puede considerar el uso de técnicas de estimulación cerebral, como la estimulación magnética transcraneal (EMT) o la electroconvulsoterapia (ECT).

Pronóstico
El pronóstico de la distimia varía según la gravedad de los síntomas, la respuesta al tratamiento y la presencia de trastornos comórbidos.
Con el tratamiento adecuado, muchos pacientes experimentan una mejora significativa en los síntomas y una calidad de vida mejorada.
Sin embargo, debido a su naturaleza crónica, los pacientes con distimia corren el riesgo de desarrollar episodios de depresión mayor, lo que puede empeorar el pronóstico.
Conclusión
La distimia es un trastorno del estado de ánimo crónico que afecta a una proporción significativa de la población mundial.
Aunque sus síntomas son menos intensos que los de la depresión mayor, su persistencia puede interferir notablemente con la funcionalidad del paciente.
El tratamiento adecuado, que combine psicoterapia y medicación, puede mejorar sustancialmente la calidad de vida de los pacientes y reducir la carga de este trastorno.
Es crucial un diagnóstico temprano y un enfoque integral para abordar tanto los factores biológicos como psicológicos asociados con la distimia.