
Introducción
La inflamación es un proceso biológico complejo que ocurre como respuesta a infecciones, lesiones o a la exposición a sustancias dañinas.
Generalmente, la inflamación es percibida a través de síntomas como enrojecimiento, dolor, hinchazón y fiebre, lo cual es conocido como inflamación aguda.
Sin embargo, existe otro tipo de inflamación que se desarrolla de manera más insidiosa y sin síntomas evidentes, conocida como “inflamación silenciosa” o “inflamación crónica de bajo grado”.
Este tipo de inflamación es un fenómeno fisiopatológico que ha ganado atención en las últimas décadas debido a su asociación con una variedad de enfermedades crónicas, como las enfermedades cardiovasculares, la diabetes tipo 2, la obesidad, las enfermedades neurodegenerativas y ciertos tipos de cáncer.
A menudo se encuentra en un estado subclínico, es decir, no presenta los signos clásicos de inflamación, pero puede tener un impacto significativo en la salud a largo plazo.
Definición

La inflamación silenciosa o crónica de bajo grado se refiere a un estado persistente de inflamación de bajo nivel, que se mantiene en el organismo durante periodos prolongados sin los signos clínicos evidentes de inflamación aguda.
Este tipo de inflamación no es reconocible fácilmente a través de los síntomas comunes (como fiebre o dolor) y, en muchos casos, puede ser asintomática. Sin embargo, esta inflamación puede contribuir al daño tisular y al desarrollo de enfermedades crónicas.

Mecanismos fisiopatológicos
- Citoquinas proinflamatorias. La inflamación silenciosa está relacionada con un aumento en la producción de citoquinas proinflamatorias, como la interleucina-6 (IL-6), el factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α), y la proteína C-reactiva (PCR). Estas moléculas actúan como señales que inducen una respuesta inflamatoria en los tejidos, a pesar de que no haya una infección o lesión evidente.
- Disfunción del sistema inmunológico. La inflamación silenciosa está frecuentemente asociada con una disfunción del sistema inmunológico, en la que el sistema inmunológico activa respuestas inflamatorias en ausencia de patógenos, a menudo por la presencia de factores como la obesidad o el estrés crónico.
- Estrés oxidativo. La acumulación de especies reactivas de oxígeno (ROS) debido al estrés oxidativo puede activar las vías inflamatorias. Esto puede contribuir a la inflamación crónica en órganos y tejidos, sin manifestarse en síntomas agudos.
- Fatiga mitocondrial. Las mitocondrias son responsables de generar energía en las células. Cuando están dañadas o disfuncionales, pueden liberar señales inflamatorias que inducen una respuesta inmunitaria persistente y pueden contribuir a la inflamación silenciosa.
- Resistencia a la insulina y obesidad. La inflamación silenciosa está íntimamente vinculada con la obesidad y la resistencia a la insulina. Las células de grasa (adipocitos) en el tejido adiposo son capaces de liberar citoquinas inflamatorias, lo que contribuye a la inflamación sistémica de bajo grado.
Factores de riesgo

- Obesidad. El exceso de grasa corporal, especialmente en la zona abdominal, está relacionado con una mayor liberación de mediadores inflamatorios, como las adipocinas, lo que puede desencadenar un proceso inflamatorio crónico y asintomático.
- Dieta. Dietas altas en azúcares refinados, grasas trans y alimentos ultraprocesados favorecen la inflamación silenciosa. Estos alimentos pueden alterar la microbiota intestinal y activar respuestas inflamatorias en el cuerpo.
- Estrés crónico. El estrés prolongado induce la liberación de hormonas como el cortisol, que pueden alterar la regulación del sistema inmunológico y aumentar la inflamación silenciosa.
- Sedentarismo. La falta de ejercicio físico contribuye al desarrollo de la inflamación crónica. El ejercicio regular puede ayudar a regular los niveles de citoquinas inflamatorias en el cuerpo.
- Enfermedades crónicas. Condiciones como la hipertensión, las enfermedades metabólicas (diabetes tipo 2) y las enfermedades cardiovasculares están asociadas con un aumento en la inflamación silenciosa, que puede acelerar la progresión de estas patologías.
Consecuencias clínicas

- Enfermedades cardiovasculares. La inflamación silenciosa está considerada un factor clave en la patogénesis de enfermedades cardiovasculares, como la aterosclerosis. La inflamación crónica puede dañar las paredes de los vasos sanguíneos y promover la formación de placas ateroscleróticas, aumentando el riesgo de infarto de miocardio y accidente cerebrovascular.
- Diabetes Tipo 2. La resistencia a la insulina, uno de los mecanismos subyacentes de la diabetes tipo 2, está estrechamente asociada con la inflamación crónica. Las citoquinas inflamatorias pueden interferir con la señalización de la insulina, contribuyendo al aumento de los niveles de glucosa en sangre.
- Cáncer. La inflamación crónica de bajo grado puede facilitar la carcinogénesis mediante la liberación de citoquinas que favorecen la proliferación celular y la angiogénesis. Diversos tipos de cáncer, como el de colon, mama y próstata, están relacionados con la inflamación silenciosa.
- Enfermedades neurodegenerativas. La inflamación crónica también ha sido implicada en enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson. El sistema nervioso central responde a la inflamación mediante la activación de la microglía, lo que puede contribuir al daño neuronal a largo plazo.
Diagnóstico
El diagnóstico de la inflamación silenciosa es complicado debido a la ausencia de síntomas visibles. Sin embargo, se pueden realizar pruebas de sangre que midan biomarcadores inflamatorios como la proteína C-reactiva (PCR), la interleucina-6 (IL-6) y el factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α).
Estas pruebas permiten evaluar el nivel de inflamación en el cuerpo, incluso cuando los síntomas clínicos no están presentes.
Tratamiento y prevención

Modificación del estilo de vida:
- Dieta anti-inflamatoria. Una dieta rica en frutas, verduras, ácidos grasos omega-3, fibra y antioxidantes puede ayudar a reducir la inflamación crónica.
- Ejercicio físico. El ejercicio moderado y regular tiene efectos antiinflamatorios, ya que puede reducir la producción de citoquinas proinflamatorias.
- Manejo del estrés. Técnicas de relajación como la meditación, el yoga y el mindfulness pueden reducir los niveles de cortisol y mitigar la inflamación.
Medicamentos:
Los antiinflamatorios no esteroides (AINEs) y ciertos medicamentos biológicos dirigidos a citoquinas inflamatorias (como los inhibidores de TNF-α) pueden ser útiles en algunos casos de inflamación crónica, aunque no son la primera línea para la inflamación silenciosa.
Intervenciones farmacológicas:
Investigaciones en curso están explorando el uso de fármacos dirigidos a reducir la inflamación crónica, incluidos los inhibidores de la inflamación en el microambiente celular.
Conclusión

La inflamación silenciosa es un fenómeno de gran importancia clínica, ya que juega un papel fundamental en la patogénesis de varias enfermedades crónicas.
Aunque a menudo no presenta síntomas evidentes, su impacto en la salud a largo plazo es considerable.
La prevención y el tratamiento de la inflamación crónica deben centrarse en cambios en el estilo de vida, especialmente en la dieta y la actividad física, así como en el manejo adecuado de factores de riesgo como la obesidad y el estrés.
La investigación futura es crucial para desarrollar terapias más efectivas para combatir esta condición de manera más dirigida y precisa.
Referencias

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