
La exposición a metales pesados representa un desafío creciente en la práctica clínica moderna. Plomo, mercurio, cadmio y arsénico —entre otros— son compuestos inorgánicos ubicuos en el medioambiente, que ejercen una toxicidad acumulativa y multisistémica.
Su impacto clínico, muchas veces subdiagnosticado, está vinculado a trastornos neurológicos, endocrinos, cardiovasculares y nefrohepatológicos.
Definición y características generales
Los metales pesados son elementos con una densidad mayor a 5 g/cm³ y elevada persistencia ambiental. Su toxicidad se debe a su capacidad de generar estrés oxidativo, inhibir enzimas esenciales y desplazarse de minerales fisiológicos, alterando rutas metabólicas claves.
A diferencia de los metales traza como el zinc o el cobre, estos compuestos no cumplen funciones biológicas conocidas y su acumulación es nociva.
Principales vías de exposición

Las vías de exposición son múltiples: alimentaria (pescados contaminados con mercurio, arroz con arsénico), ocupacional (industria minera, baterías, soldadura), ambiental (contaminación del aire, agua potable) y iatrogénica (materiales dentales, contrastes radiológicos antiguos).
Clínica y manifestaciones sistémicas

El cuadro clínico varía según el metal y la cronicidad de la exposición:
- Plomo (Pb): afecta el sistema nervioso central, especialmente en niños; puede provocar encefalopatías, trastornos cognitivos, anemia sideroblástica y nefropatía intersticial crónica.
- Mercurio (Hg): el metilmercurio produce neurotoxicidad progresiva; el mercurio inorgánico daña riñón y piel (síndrome nefrótico, acrodinia).
- Cadmio (Cd): se acumula en túbulos renales y huesos, generando disfunción tubular proximal y osteomalacia.
- Arsénico (As): se asocia a carcinogénesis (pulmón, piel, vejiga), neuropatía periférica y alteraciones dermatológicas (hiperpigmentación, queratosis palmoplantar).
Diagnóstico médico
El diagnóstico requiere una alta sospecha clínica y pruebas complementarias específicas. Se utilizan principalmente determinaciones en sangre, orina y cabello, dependiendo del metal implicado.
El análisis en orina post-quelación puede revelar cargas ocultas. Las técnicas analíticas más empleadas incluyen espectrometría de masas (ICP-MS) y absorción atómica.
Tratamiento y manejo clínico

El enfoque terapéutico incluye la remoción de la fuente de exposición y el uso de agentes quelantes como:
- Dimercaprol (BAL) y EDTA: plomo y arsénico.
- DMSA (ácido dimercaptosuccínico): opción segura para niños con intoxicación por plomo o mercurio.
- DMPS (ácido dimercaptopropanosulfónico): eficaz en exposiciones crónicas.
El soporte nutricional y antioxidante (selenio, N-acetilcisteína) puede potenciar la detoxificación endógena.
Relevancia clínica actual

En un contexto de creciente contaminación ambiental y urbanización, el impacto subclínico de los metales pesados cobra relevancia.
Estudios recientes vinculan niveles bajos de exposición crónica con enfermedades degenerativas, alteraciones endocrinas y aumento del riesgo cardiovascular.
En la práctica médica diaria, estos elementos deben ser considerados como posibles cofactores de enfermedad, especialmente ante cuadros de etiología difusa.
La intoxicación por metales pesados es un fenómeno clínico infradiagnosticado pero con implicancias sanitarias relevantes. La formación médica continua, una anamnesis ambiental detallada y la incorporación de herramientas diagnósticas específicas son claves para enfrentar esta problemática desde un enfoque preventivo y terapéutico integral.

Conclusión
La intoxicación por metales pesados es un fenómeno clínico infradiagnosticado pero con implicancias sanitarias relevantes. La formación médica continua, una anamnesis ambiental detallada y la incorporación de herramientas diagnósticas específicas son claves para enfrentar esta problemática desde un enfoque preventivo y terapéutico integral.
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